Hay un cocinero que cocina sus platos metidos en troncos de guadua, cómo hacían los antiguos pobladores de estas tierras, logrando sabores puros y texturas que resultan emocionantes, nuevas y “aliviantes”.
De su carta elegí un seviche de chicharrón que, cómo todo en su Latino del alma, resultó delicioso y diferente. En vez de la sempieterna Leche de Tigre, este genio sirve los crocantes y carnosos cubitos hundidos en una base cítrica pereirana: tomates chafados con las 3 aciduladas de la región, naranja, mandarina y limón.
Y claro, su Posta Negra que llega a la mesa en un apretado cañuto de guadua, tapado, calao y con hojas amarrao. El ducho cocinero lo desabrocha frente a ti, y deja caer los olorosos y húmedos cortesitos sobre el arroz en un chochito de La Chamba, de madre, de abuelita; con su plátano pícaro y su sopita; y luego termina con el cilantro y la cebollita… y allí vas… encontrado el suave dulzor de la panela, la puyita del tamarindo, el marcado clavo y el cacao y hasta el fino picor que revienta a su “lao”… BRAVO por este genio… o loco genio de la cocina y su profunda exploración… ¿qué pasa en Pereira, qué todo está tan bueno ahora que voy?