Bueno, es poquito para lo que este genio de la cocina es capaz de preparar y producir con sus platos: emoción, nostalgia, mil recuerdos que han nacido en el barrio y en el solar del patio.
Su restaurante se llama Cocina 33 y es un pequeño Macondo de grandes sabores. Lo que a Manuel se le ocurre no se le ocurre a nadie más: ¿seviche de pescao? sí, pero con suero… y un pulpo con hummus (con el hummus cabecita negra); y una costilla sin costilla, y un helao de kola, y unas papas calamar y hasta una paella sinuana con queso costeño y carne salá; que te quedas de una pieza cuando te empieza a bombardear con sus hermosos, curiosos y más sabrosos platos: pum por aquí, pum por allá; que no te deja respirar.
Es mágico, es sorprendente, es único. Fácilmente uno de los MEJORES de Colombia y un comedero digno de un par de estrellas Michelín (lástima que esa vaina no esté por aquí), vale la pena pagarle el viaje.
Y llegó con sus tacos de posta entre tortillas de maíz morado de los montes de María ¿con cucayo de arroz e’coco? qué cosita más deliciosa. Y antes que pudiera reaccionar (porque estaba como borracho de la emoción)… pum!!! sus famosas papas negras con pulpo y alióli entintadas con calamar (las había probado hace como 3 años y aún no las había podido olvidar); y las costillas “deshuesá” más suelticas y jugosas de la vecindá… (niño, deja reaccioná); y un pescao gordito y firme sobre risotto de coco y emulsión de limoná y un enyucao con helao y una cocada pa’ terminá… ¿qué podría agregar? ay qué dolor, me faltó su cayeye trufao y su arroz apastelao; “ques que” ya no podía más.
DIOS bendito y adorado, dame vida… que dónde Manuel quiero regresá.
Cocina 33
Calle 62 #6-68