Esta no es una recomendación normal, es más bien una abierta declaración de amor para un restaurante en Cali, para sus cocineros, para sus dueños y para la comida que se cría, se cocina y se sirve allí.
Gran parte de mi familia es española, por eso la cocina ibérica tienen gran significado para mi. Cuando pequeño, además de los asados de domingo, estaba siempre alguien de la familia batiéndose entre el guiso del sancocho y el arroz de la paella. Con la misma facilidad saltábamos del guandú a la fabada y anticipábamos una hayaca con la tibia tortilla de patatas.
Mis primeros recuerdos están en ambas naciones: aceitunas y mojarra; alioli y bollo e yuca; butifarra, jamón serrano, guascas, arepa, pimiento, cayeye y azafrán: una deliciosa fusión de 2 mundos que enredábamos como si nada: sobre el bollo el manchego y, dentro del mote alcaparras! Barranquilla y Villena unidas en un solo cucharón.
Pues bien, lo qué viví anoche fue un regreso a esos dulces recuerdos, al abrazo de quienes tanto amé: mi abuelo Paco, mi tío Mingo, mi tío Pepe; que ya no están para bañar de vino la paella, pero que se quedaron en ese lejano cucharón de palo. Con los 3 me senté a la mesa y comí con sus recuerdos, con sus antojos, con sus respiros azafranados: una íntima ceremonia para ellos.
Y “flipé” con las cremosas croquetas y suspiré raspando el socarrat de la paella, su arroz meloso, el delicado fumet, la humedad del caldoso; como si estuviera en la vieja casa de mi abuelo hermoso; y las patatas bravas y el alioli, y las oscuras morcillas de Burgos con sus friticos de codorniz. Y cuando pensé que lo había logrado, qué me levantaría de aquella mesa sin haber llorao, PUMMM… me sirven unas torrijas con helao! “Vamos crío (léase con acento español), pero por qués que no has llorao”, casi, casi.
Para mi no fue una comida más, fue un tremendo regalo de vida que me dieron Claudia y Enrique, e Iván La Oveja Foodie de la familia (mi amigo bloggero que me citó en este lugar con su bella esposa), y CALI a La Carta, y Nayrbh que me acompañaron en esta sentida comilona.
Casa Ibérica
Calle 3a Oeste no 3-07